Yo soy el autor de dos de las mejores canciones de… bueno, iba a poner de la música pop de todos los tiempos, pero diré de la música pop española de todos los tiempos, que tampoco quiero ser pretencioso. El hecho de que las compusiera en la cama en el momento justo en que estaba empezando a dormirme y que no pudiera grabarlas ni contrastar por la mañana si en verdad eran tan increíblemente buenas como me parecieron en el momento en que las estaba imaginando no le resta nada de mérito, pero siempre me molestó no poder compartir esas dos pequeñas joyas con el resto de los mortales. Bueno, la cuestión es que eso no me hubiese ocurrido ahora, que tengo un móvil de esos que tiene grabación de voz. Esto ha sido lo que me ha permitido transcribir en su integridad la conversación que he mantenido con Dios esta mañana, instantes después de que éste se me apareciese en el ascensor:
Dios: Hola hijo mío (alterado al ver cómo se me demudaba la color) no te apures. Vengo a traerte el SECRETO DE LA FELICIDAD
Yo: ¿Eh?
Dios: Iré directo al grano, que no me parece que seas un fan de la contextualización.
Yo: Se equivoca, yo…
Dios: Escucha, la felicidad es inversamente proporcional a lo conscientes que seamos de la cantidad de cosas que desconocemos.
Yo: ¿Mande?
Dios: Es lo que yo he dado en llamar la teoría del “Mundo Pequeño”.
Yo: ¿Qué dice?, ¿La Parvaterra? ¿Lo del Arnaiz?
Dios: Atiende. Se trata de vivir a lo pioneros, ignorando lo anterior. Como si todo estuviese empezando, sin nada con lo que compararlo. Te pondré un ejemplo: Solo consideraremos cine a las películas que aún no se hayan estrenado en salas y que hayamos conseguido en el peor de los formatos posibles, con pixel gordo y la voz un poco desacompasada y sonando a hueco.
Yo: ¿A lo screener?
Dios: Usted lo ha dicho. Eso y los que vienen en fundas de plástico con la fotocopia en color de la carátula. Ese será el único cine del que tengamos que preocuparnos. Nada anterior al mes en que nos encontramos. Eso nos permitirá estar al tanto siempre de todo lo que hay que saber.
Yo: ¿Y la lectura?
Dios: Totalmente desaconsejable. La sustituiría por siestas sin dudarlo un momento.
Yo: Empiezo a entenderlo.
Dios: Es mucho mejor para todo. No necesitamos saber de qué hablan en los informativos para poder dar nuestra opinión de cualquier cosa. “A ese le daba yo”, “vamos, no me jodas”, “pero ¿es que no hay nadie que le pegue un tiro a ese tío?”, “árbitro, cabrón”. Lo que se nos antoje. Si eliminamos los modelos de referencia, la vida es más fácil. Incluso podemos empezar a escribir poesía si queremos. O canciones. ¿Te imaginas poder escribir una letra ignorando la existencia de "Mediterráneo"?
Yo: Ya lo estoy viendo. Mire que versos tan sentidos: “Sentado en la barra fumando un cigarro…”
Dios: Es un mundo lleno de posibilidades. No hay límites para lo que un hombre (o una vasca, o un vasco) puede conseguir mediante la ignorancia proactiva. Es un poco como cuando el Outlook te pregunta si quieres archivar todos los mails antiguos y le dices que sí. Que no sabes muy bien lo que el programa ha hecho con ellos, y en la práctica no es muy diferente a que los borraras. A la preocupación inicial le sigue una gran sensación de liberación.
Yo: Que Dios me bendiga.
Dios: Bueno, ya veré, tú no me mandas.
Voz femenina de ascensor: “Piso 0”
Yo: Pues nada, le dejo aquí. Ha sido un placer. ¿Qué le iba a decir? ¿Le parece que haga proselitismo de esto?
Dios: Buenos Días.
Yo: Buenos Días.