lunes, 23 de diciembre de 2013

Cierra los Ojos




A algunos de vosotros os conté que tenía una idea para una historia, y vuestra reacción a lo que os conté me motivó a seguir adelante y escribirla realmente.
A otros os pasé la primera versión terminada y me dijisteis que era lo mejor que habíais leído jamás, y luego ya me di cuenta de que erais mis padres y hermanos.
Otros formáis parte del segundo grupo de control, más objetivo, y vuestros comentarios a aquella primera versión me sirvieron para que “Cierra los Ojos” se convirtiese en una historia mejor.
A algunos os conté hace unos meses que la editorial Rubiños-1860 estaba interesada en publicarlo.
A otros os lo avancé en el Expocomic.

Ahora, los niños han llegado a casa.

lunes, 29 de abril de 2013

Entrada efímera


Disfrutad, amigos, con intensidad, de esta inesperada mejoría del tiempo. Pues intuyo que no es más que un bellísimo canto del cisne antes de que el verano nos ataque con ferocidad.
Disfrutad de esa ropa elegante de invierno, sonreid al elegir esa cazadora gorda que tan bien os sienta y que llevabais una temporada ya sin poder poneros, sorprendeos al recordar lo coquetísima que es la manga larga y despedíos de ella hasta el año que viene, ya bien entrado octubre.
Pronto todo serán sofocos, sudores y chanclas de dedo.
Adiós, ilusión de Inglaterra, hola desierto de arena (pena).

miércoles, 10 de abril de 2013

¿Con un blog usado puedes hacer trapos para limpiar?

Míralos tan ufanos. Están ahí, a la sopa boba, y no se han dado cuenta de que Lois se ha ido ya a por las copas. Parece mentira. La comida termina con un brindis. Eso es así. ¿En qué pensáis? Un día no voy a estar yo ahí y a ver cómo se solventa el tema. El brindis para que sea un brindis de verdad hay que dirigirlo, como el chocolatero. Como siempre os lo dirigen, no le dais importancia, pero me gustaría veros a cada uno en ese trance. Que no es solo dirigirlo. Hay que hacerlo con clase. Hoy, mira, lo voy a tirar por la originalidad. Un golpe de originalidad, y tienes dos cosas ganadas. Potencias el ánimo celebrador y frenas la apatía. Te meas en la apatía. 
Ahí están todos, mírales, poniendo cara de sorpresa. ¿Que qué se celebra? ¿Que qué se celebra? Mira, voy a hacer como que no te he oído. A veces creo que no os merecéis los esfuerzos que hago por vosotros. Hoy, ante vuestro estupor voy a jugar con las palabras. Os voy a soltar dos versos libres para despistar, y luego ya un pareado en consonante cerradísimo que os va a soltar el músculo de la risa. Y no lo agradeceréis, no, no lo agradeceréis. Como si no os conociera.

-"Bueno, vamos a ver, venga, ¿estáis todos? Venga, Aaaaaarrribaaaaa, Aaaabaaaaajoooooo, al centroooooooo...." 
- "Vamos, que se calienta esto".
- "Y pa dentroooooooooooooooooooooo"

Basado en demasiados hechos reales. 

miércoles, 27 de marzo de 2013

Back in time

Hace muchos años, cuando no había móviles ni se les esperaba, mis amigos y yo imaginábamos qué bonito sería tener un pequeño aparato, como un mando a distancia, con un sólo botón en la parte superior que sirviese para dar marcha atrás exactamente diez minutos. Imaginábamos que diez minutos no iban a alterar el continuo espacio-tiempo, pero sí podríamos explorar las reacciones humanas hasta un punto en el que nuestro instinto de conservación normalmente no nos habría permitido.
Levantarte en medio de la clase y gritarle al profesor, decirle a alguien todo lo que realmente piensas de él, pegarle un puñetazo a alguien que se lo viniera ganando, o cualquier otra cosa que vuestras calenturientas mentes podáis imaginar, pero siempre con la posibilidad de darle al botón y volver al principio como si nada hubiera pasado. 
Una noche tuve una pesadilla. El aparato fallaba y las cosas no se rebobinaban esos diez minutos. Apretaba el botón, que de pronto se había transformado en un botón para pedir el ascensor, de esos que difícilmente sabes si están funcionando o no, porque ni se iluminan ni nada, y todo seguía mal. Cuando me desperté di gracias (al hacedor) porque no existiesen botones capaces de cambiar las cosas con solo apretarlos.
Todavía pienso en eso cuando le doy a "enviar" un mail y justo en ese momento me doy cuenta de que no he adjuntado el archivo que describo en el mensaje, o que he mandado el mensaje en español cuando debería estar en idiomas, o que lo he mandado también sin querer a esa persona que nunca debería haberlo visto...


"Cierra los ojos", envuelvamelo para regalo.

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